Poema dadaísta 2
Nuestro suelo, abandonada tierra igual a la lunar
Nuestra casa que debemos limpiar
y las alcantarillas de aquella ciudad que permanecen inmóvil
La escalera conmigo llevaré, para preservar la altura
en esta ciudad, húmeda ciudad
cuidad con un pequeño puñado de dignidad.
Del cólera se pasan a la lepra
Está reconstruida
En cuello nuestra voz, en pie nuestras las aguas
Y es que ven del ojo la ciudad invadida
De una ciudad sin sol y destruida
Cuidad, tus generaciones dejaste caer con lentitud.
¡Déjate de hinchar! Está detenido el deber, la honestidad, el valor
Cicatriz es de la belleza tu cara ciudad, ¡Oh, cuidad!
En la montaña y en la ventana de mi corazón.
Andrea Pérez
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